En las oscuras aguas de la bahía de Sagami, en Japón, cuenta la leyenda que a veces aparecen tres cabezas decapitadas de samuráis bailando a la luz de la luna. Se dice que estos espíritus vengativos, llamados Maikubi (舞首), son las almas atormentadas de tres guerreros -Kosanta, Matashige y Akugorō- que, durante un festival en el siglo XIIIᵉ, se mataron entre sí en una pelea de borrachos.
Sus cabezas, que cayeron al mar, nunca encontraron descanso. Desde entonces, emergen por la noche, escupiendo llamas y creando olas en forma de tomoe (巴), el símbolo en espiral del Japón feudal. Los pescadores evitan estas aguas malditas, temiendo naufragios y maldiciones.
Esta leyenda, recogida en la obra ilustrada Ehon Hyaku Monogatari del periodo Edo, ilustra la delgada línea que separa el mundo de los vivos y el de los espíritus en el folclore japonés.