Nacida en el siglo XII y suprimida en 1312, la Orden del Temple era a la vez una comunidad religiosa, una red militar y una potencia terrestre europea. Los hermanos se regían por un reglamento único, pero sus asentamientos variaban en función del terreno. En Iberia, los templarios participaron en la frontera de la Reconquista, administrando castillos y valles, antes de que su legado pasara en gran parte al Hospital o Montesa en el siglo XIVᵉ. En Francia, una densa red de encomiendas, respaldada por familias donantes y rutas cistercienses, hizo del Temple un destacado gestor agrícola y señorial, antes de los arrestos de 1307. En Inglaterra, su presencia en las ciudades en torno al Temple de Londres favoreció el depósito de fondos y los préstamos a los poderosos. En el norte de Italia, las casas formaban parte de las ciudades mercantiles y de la interacción entre el Papado y el Imperio; en el mundo germánico, dependían estrechamente de los príncipes-obispos y de la nobleza local. En la cúspide, el "convento central" de Oriente, sucesivamente en Jerusalén, Acre y Chipre, coordinaba el conjunto. Esta página sigue este hilo europeo: un marco institucional único, prácticas adaptadas a las realidades regionales... y un legado duradero en arquitectura, archivos y memoria.