La famosa curvatura de la katana no es sólo una cuestión de estilo: es el resultado de una ingeniería tan elegante como eficaz. Durante la forja, el maestro herrero aplica una capa de arcilla más fina al filo que al dorso de la hoja. Durante el templado, el filo se enfría más rápidamente, creando una estructura más dura (martensita), mientras que el dorso permanece más blando. Este choque térmico provoca una tensión interna... y da lugar a la curvatura natural de la espada. El resultado es un equilibrio perfecto entre potencia de corte, resistencia y flexibilidad.
La katana se convierte así en un arma viva, nacida del fuego y la inteligencia, tan mortífera como armoniosa.
De la forja a su mano: Katanas artesanales y espadas excepcionales
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