A primera vista, los castillos japoneses ("shiro") y los castillos fortificados europeos son muy diferentes en cuanto a arquitectura, materiales y función. Pero ambos respondían a una necesidad vital: controlar un territorio y defender el poder.
El castillo europeo, una enorme fortaleza de piedra, se centraba en la defensa pasiva: altas murallas, fosos, almenas y torres de tiro con arco. Se diseñaron para resistir asedios prolongados, centralizar el señorío y afirmar el poder del soberano.
En cambio, los castillos japoneses, a menudo construidos en madera y yeso sobre altas bases de piedra, se centran en la estrategia visual y la movilidad. Su arquitectura de varios pisos, con tejados en cascada, ocultaba laberintos de pasillos y trampas para atrapar a los atacantes. El castillo era también el centro administrativo y símbolo de prestigio del daimyō.
Dos visiones estratégicas del poder: una encierra, la otra disuade. Cuál elegirías para establecer tu dominio?
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